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El Monasterio

Vida Claustral ¿Por qué?

¡Cuántas veces se nos pregunta el por qué de esta elección nuestra tan radical, tan extraña, o quizá tan «original o única!» Pregunta que se puede responder rápidamente y con pocas palabras: «¡Dios nos ha amado!» …

Veamos aquí varios «testimonios»…

«La llamada de Dios es más fuerte que la misma muerte» y su amor es para mí como un dardo ardiente, imposible de extinguir. Vosotros sois para mí más que amigos i amigas, más que hermanos y hermanas. Os aseguro que nada ha variado en mi vida respecto a vosotros, los que me habéis conocido antes de ingresar en el claustro. Únicamente que, a partir de ahora, deseo ser una «lámpara» que arde resplandeciente ante la mirada de Dios y la vuestra…

«La llamada de Dios es más fuerte que la misma muerte» y su amor es para mí como un dardo ardiente, imposible de extinguir. Vosotros sois para mí más que amigos i amigas, más que hermanos y hermanas. Os aseguro que nada ha variado en mi vida respecto a vosotros, los que me habéis conocido antes de ingresar en el claustro. Únicamente que, a partir de ahora, deseo ser una «lámpara» que arde resplandeciente ante la mirada de Dios y la vuestra…

He buscado siempre el amor verdadero, absoluto, único, sin límite ni medida, el amor que sabe darse más allá de la ficción hasta penetrar en la intimidad, el amor que sabe sufrir por el amado y vive de su amor. Ignoraba que el nombre de este AMOR era Dios… Por ello «idealizaba» las criaturas que me escondían este único ideal verdadero. Ahora he descubierto al Señor, he descubierto que Jesús no era algo ficticio ni un sueño ingenuo, he descubierto que Jesús me llamaba a seguirlo. ¿Dónde?. He orado, he buscado, he sufrido… pero al fin he comprendido: «Os exhorto a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable» (Rm 12,1), «holocausto total» porque diariamente es renovado sobre el Altar de Cristo… y juntamente con la Hostia inmaculada mi ofrenda «se convertirá en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna» (Jn 4,14)

Yo, que te escribo, he elegido a Cristo. Sí, he preferido seguir a Cristo pobre, casto y obediente. En unos tiempos en que la riqueza, el consumismo, el bienestar… son los «ídolos» supremos, yo con gozo, he preferido dejar todo esto para seguir a Cristo. Él se ha presentado a mi pensamiento y a mi corazón con la única realidad verdaderamente digna de ser seguida, vivida, amada.

«Te lo ha dado todo» me dice un amigo mío. Le respondo algo nerviosa y resentida: «¿Me lo ha dado todo? ¡A mí me parece que me lo ha quitado todo!…Y te diré más. Me lo ha quitado todo después de haberme ilusionado por todo: mi casa querida… mi carrera… mi coche recién pagado… Lo sé, eran sólo «cuatro cebollas» resecas, las celebre cebollas de Egipto (cf Ex 16,2-3; Nm 11,5), mas eran mías, ¿entiendes? Formaban parte de mis gustos personales y ahora ¿qué soy yo sin ellos… sin mis cebollas?» Sí, el Señor me lo ha dado de verdad todo, y quiero llegar a descubrir este todo, quiero poseerlo en plenitud, vivirlo en mi vida. Antes, todo era demasiado mío y poco suyo. Ahora he sacado fuera todas estas inutilidades, estas ilusiones vanas, estas seguridades previsibles. He comprendido con el corazón y el entendimiento que tú, Jesús, me has dado todo tu Amor, toda tu riqueza, toda tu misericordia. Has hecho en mí cosas grandes, y yo respondo con mi vida a todo lo que me has dado.
» Somos de Dios…» Las carmelitas de Barcelona

El Monasterio de la Encarnación de monjas carmelitas de Barcelona, es una comunidad de vida claustral que desea testimoniar la presencia viva y operante de Dios en medio de su pueblo.

CADA MONJA RESPONDE A LA LLAMADA DE DIOS

«Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste… la palabra era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos: intentaba contenerla, y no podía» (Jer 20, 7,9)

GASTA SU VIDA EN LA CONTEMPLACIÓN DE DIOS

«Desde la salida del sol hasta el ocaso, y a la nueva luz del amanecer – noche y día – la carmelita vive en la contemplación del Dios vivo. Medita la ley del Señor, participa en todas las experiencias de la humanidad, también desde el silencio de su celda…»

TRABAJA, ORA, CONVIVE CON LAS HERMANAS…

En cada monasterio, el horario de las monjas se reparte entre la oración, la convivencia fraterna, el trabajo y el descanso.


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